¿Qué es lo que estamos viviendo? Pregunta angustiada Francina Hungría, la joven ingeniera de 28 años de edad que perdió su ojo derecho luego de que unos asaltantes le dispararan en la cara para robarle su vehículo.
Como creyente, le pide a Dios un milagro para que le salven su ojo izquierdo, porque anhela volver a su trabajo y tener una vida “normal” junto a su familia.
“Mami, mami, me tocó a mí”, recuerda Francina fue lo primero que le dijo a su madre el viernes cuando despertó tras la cirugía que le practicaron. Ella se refería a la delincuencia que arropa el país y que ha cobrado la vida de muchas personas.
“Yo todavía no he asimilado todo esto, es muy difícil de aceptar. Ayer la tarea mía era aceptar que no tengo mi ojo derecho y hoy, que estoy ante el riesgo de perder el otro. Gracias a Dios he tenido mucha gente cerca que ora por mí, soy católica y creo que el Señor puede hacer un milagro”, explicó la joven, quien se encuentra recluida en la clínica Abel González de la avenida Abraham Lincoln.
Cómo ocurrió. “Yo simplemente me detuve a verlos, porque me estaban diciendo ‘párate, párate’, yo no sabía lo que estaba pasando, pero realmente el carro tenía como un fallo que cuando tú aceleras al rato es que reacciona. Cuando él me estaba diciendo párate, párate, sin el arma en la mano, yo piso el acelerador, entonces cuando saca el arma es que el vehículo acelera. Él como que no lo pensó, sacó el arma y ¡pa! de una vez ya yo tenía la bala en mi cara”, concluye la historia mientras lágrimas y rastros de sangre corren por sus mejillas.
“Lo peor de todo es que ahí había dos oficiales de la Autoridad Metropolitana de Transporte (Amet) a menos de 50 metros de donde me balearon que no dijeron ni siquiera presente cuando me pasó esto”, se quejó.
Sus familiares. “A uno el corazón se le aprieta, solamente de verla vendada en esa cama. Pensar que mi hija trabajaba cuando le dispararon a la 1:00 de la tarde y que perdió un ojo y podría perder el otro”, se lamenta Frank Hungría, padre de Francina.
Hungría, también ingeniero, considera que lo que le pasó a su hija es el reflejo de los males de esta sociedad. “A veces uno lee las noticias o las ve pero no piensa que le pueda pasar lo mismo. Ahora nos tocó a nosotros y sé lo que duele sentir que a un hijo le arrancan parte de su vida en la flor de su juventud”.
Cristina Martínez, tía de Francina, dijo que el día que la operaron se le extirparían los dos ojos, “pero nuestra fe es muy grande y firmamos para que se lo dejaran y haremos todo lo que esté en nuestras manos para que ella pueda ver aunque sea un poco. Mi sobrina es una niña buena, no se merece quedar sin visión”.
Hungría es egresada del Instituto Tecnológico de Santo Domingo (Intec). Tiene dos hermanos.
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